Los incidentes, que en realidad no son tales, sino enfrentamientos en toda regla, han empezado. El último a cuenta del burkini, pero no podemos olvidar los gravísimos sucesos de 2005 (que, recordemos, se contagiaron a otros países). Y desde entonces han ido surgiendo continuamente focos de violencia de de grupos musulmanes de cuando en cuando.
Estamos hablando de Francia, donde parece que ni las autoridades ni los habitantes están dispuestos a entregar su cultura a la minoría musulmana por las buenas (diferente historia a lo que está pasando en Gran Bretaña, por ejemplo).
En otras partes de Europa, como Alemania, la reacción contra la violenta minoría musulmana está poco a poco saliendo a la luz.
Las autoridades están tan preocupadas por el asunto que cada vez que ocurre un atentado terrorista cometido por un musulmán tratan cuidadosamente de ocultarlo o disfrazarlo. Vano intento en general. Puede que en determinados casos puntuales hayan incluso conseguido que no salga a la luz, y que en otros lo hayan disimulado lo suficiente. Pero eso es tratar de tapar el sol con un dedo. La realidad acaba saliendo a la luz.
Una gran parte de la sociedad europea está por la labor de no hacer nada frente a la violencia yihadista (que, dicho sea de paso, se manifiesta no solamente a través del terrorismo, sino en otras muchas formas de violencia social). Pero hay otra parte que no sucumbirá fácilmente.
No es lo que quiero que pase, pero es lo que creo que puede pasar. Puede que tarde aún un tiempo, incluso bastante. Pero si se sigue sin frenar la entrada de población musulmana en el continente europeo, y a los que están dentro se les continúa permitiendo campar a sus anchas sin respetar las libertades individuales, mucho me temo que Europa puede estar abocada a una guerra civil, la cual podría empezar por Francia.
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