El titular da para mucho:
El PSOE avisa de que echará al Grupo Mixto a
los diputados que voten "no" en la investidura
de Rajoy. Vamos por partes.
Primera. La famosa disciplina de partido española, que convierte a los diputados en sirvientes del partido político y no de los electores, no es que se esté convirtiendo en dictadura de partido, cosa que creo que lo ha sido casi siempre, es que, al menos en el presente caso, se está convirtiendo en una auténtica tiranía de partido.
Segunda. Una vez más se confirma que en España de democracia (gobierno del pueblo) más bien poco, y de partidocracia (gobierno de los partidos) un montón. Quien realmente corta el bacalao a todos los niveles no son los ciudadanos, sino los partidos políticos. Deciden que hay que hacer, como y cuando. Y punto. El ciudadano y, de paso, el diputado, queda completamente al margen. Lo importante es la decisión del partido, sea la que sea. Lo dicho, partidocracia pura y dura.
Tercera. Los diputados están obligados, en todas las circunstnacias en general y en ésta muy en particular, a ser sumisos a las órdenes del partido. Y si no lo son, pues ya saben a lo que se enfrentan. Generalmente al más puro ostracismo, eliminación de su nombre en la lista de la siguiente convocatoria electoral incluida. Pero en este caso en particular, a recibir una enorme patada en las posaderas, las cuales deberán sentar en el destierro del grupo mixto.
Cuarta. Decía el tal Javier Fernández, presidente de la gestora socialista, que él había llegado para coser el partido. Pues la verdad es que yo veo exactamente lo contrario. Un PSOE cada vez más roto. Rotura que puede llegar a níveles desconocidos hasta ahora si se opta finalmente por la expulsión de un grupo de diputados.
Conclusión. Así están las cosas. Lo único positivo de todo esto es que, desde luego, no deja de ser interesante la política española, la cual uno no sabe lo que va a deparar de un día para otro.
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