La justicia española no está ciega, sino que ve con el ojo izquierdo. Hay ejemplos de sobra. El último ha sido la exculpación de un acto que claramente violaba la libertad de reunión de un grupo de católicos. Estoy hablando, por supuesto, de la absolución de Rita Maestre por su famoso asalto a la capilla católica de la Universidad Complutense.
Entiendo y comparto que ese lugar de culto católico no debería existir, ya que ello implica el privilegio de la Iglesia Católica de usar para sus privados fines religiosos espacios públicos pagados con el dinero de todos.
Pero lo anterior no puede justificar el hecho de entrar allí por las bravas, interrumpiendo los ritos que se estaban llevando a cabo, incluso mostrando partes del cuerpo a sabiendas de que ello escandalizaría a los allí reunidos, y finalmente ejerciendo violencia contra los asistentes.
No es ésa la forma correcta de protestar contra un claro privilegio católico, el de usar espacios públcios para su uso religioso particular, sino intentando, desde la libertad y la paz, cambiar las leyes que protegen ese provilegio.
Lo peor de que el acto violento y contra la libertad de los católicos salga gratis es que puede animar a otros extremistas a seguir esa senda. Y que, ante la indefensión, puede animar a los que sufran esos actos a tomarse la justicia por su mano.
Y es que, como he dicho otras veces, cuando la justicia desaparece se da lugar a que aparezca la venganza.
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