La cosa empezó, para ir calentando motores, con el reférendum en Bolivia a través del cual Evo Morales intentó perpetuarse en el poder (y los bolivianos le dieron calabazas). Poco antes habíamos entrado ya en unas trepidantes primarias estadounidenses que no dieron respiro hasta mayo, con la proclamación de Trump como candidato republicano. En abril tuvimos la primera ronda de las elecciones peruanas, que ganaron Keiko Fujimori y PPK.
Y en junio llegó la melé. A principios la segunda ronda de las presidenciales peruanas, con unas encuestas que daban un ajustadísimo resultado, lo cual efectivamente se produjo, ganando PPK por la mínima. Y hacia el final, todo junto (con tres días de diferencia), el referéndum británico y las generales españolas, con encuestas fallidas en los dos casos (muchas en el primero y todas en el segundo). Para seguir directamente con la dimisión de David Cameron y la elección como líder de los conservadores y automáticamente como Primera Ministra del Reino Unido de Theresa May.
Pero el otoño tampoco defraudó, no. Para empezar las elecciones autonómicas vascas y gallegas. Siguió el referéndum sobre el acuerdo en Colombia. Después las elecciones en Islandia. Para seguir con la archifamosa elección presidencial estadounidense. A continuación la primera y la segunda vuelta de las primarias de la derecha francesa. Y para terminar, el mismo día, el rechazo en el referéndum en Italia y la elección presidencial en Austria.
Un año con elecciones y referéndums para todos los gustos, vamos, así como sus resultados.
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