Pese a los resultados negativos en los referéndumns de Francia y Holanda, el proceso de ratificación de la Constitución Europea continúa, si bien se ha ampliado en casi un año.
¿Qué se pretende con ello? La teoría es que "todos los países, los que han ratificado la Constitución y los que no lo han hecho, necesitan un tiempo para pensar, explicar, debatir y reflexionar", según el Presidente de turno de la Unión Europea, el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker.
Pero lo que se oculta detrás de esa jerga de palabras políticas bienintencionadas de Juncker, que nada práctico dicen, es en realidad dar tiempo para ver si las cosas cambian y se pueden repetir las consultas en los países que votaron negativamente, una vez que los demás hayan ratificado el tratado.
Si vemos la parte de la ratificación del especial de "El Mundo" sobre la Constitución Europea, apreciamos que de los 25 países de la UE, 11 ya han ratificado el tratado constitucional, lo cual no parece nada mal. Pero es totalmente engañoso. La realidad es que solamente tres países han sometido el texto a referéndum de sus ciudadanos, con los resultados conocidos de "sí" en España y "no" en Francia y Holanda. Eso quiere decir, en números objetivos (redondeados), que los ciudadanos representados por esas consultas son, por ahora, 42 millones favorables (los de España) y 76 millones contrarios (los 60 millones de Francia y los 16 millones de Holanda). Es decir, en estricta democracia, tenemos por países consultados casi el doble de noes que de síes. Pero es que en Alemnaia, según sondeos recientes, a pesar del aplastante triunfo del "sí" en la ratificación parlamentaria, si se celebrase hoy por hoy una consulta popular sobre la Constitución Europea, el resultado sería completamente incierto, con posibilidades de triunfo del "no", y Alemania tiene más de 82 millones de habitantes.
La realidad, se quiera o no se quiera ver, es que hay más habitantes representados que han dicho "no" que los que han dicho "sí", y hay más países en contra que a favor de los consultados a los ciudadanos. Y esa es, a mi modo de ver, la realidad democrática.
Vamos a ver que pasa en los dos años venideros (probablemente ni los mismos gobernantes lo saben). Pero si, a través de terminología y requiebros políticos, termina por imponerse una Constitución Europea que ha sido rechazada por los ciudadanos, estaremos ante una Unión Europea donde no impera la democracia, o sea, el gobierno del pueblo, sino la burocracia, es decir, el gobierno de los despachos.
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