Hace relativamente poco tiempo traté el tema de la financiación religiosa en España. Hoy, a riesgo de repetirme en algunas cuestiones, quiero escribir algo, de forma general, sobre lo que sería para mí la verdadera separación entre la religión y el Estado en España.
Pienso que el Estado no tiene por qué castigar o privilegiar (directa o indirectamente) ninguna religión en particular, ya que las creencias religiosas forman parte de la libertad personal del individuo, llevadas a cabo normalmente de forma colectiva, en función de la libertad personal para asociarse.
En ese sentido creo que en España deberían anularse todos los acuerdos que el Estado tiene con las diferentes religiones, que actualmente creo que son cuatro (católicos, protestantes, judíos y musulmanes). En lugar de ello, si se quiere ayudar a las religiones a nivel fiscal, se debería hacer una ley que diera las mismas ventajas a todas las religiones, iglesias, comunidades religiosas o como quieran llamarse a sí mismas, que estén inscritas en el registro de entidades religiosas existente en el Ministerio de Justicia.
También me gustaría que desapareciera la financiación de las comunidades religiosas por o a través del Estado. Nuevamente, si se quiere ayudar en ese sentido a las religiones, que se considere desgravable todo o parte de las donaciones dadas a las iglesias formalmente establecidas, y punto.
La separación debería llevarse de forma efectiva también en las Fuerzas Armadas. Igualmente a nivel educativo, sacando de las escuelas cualquier clase específica de religión, limitándose a dar principios generales de las religiones mayoritarias a nivel mundial y nacional en las clases de Historia, Humanidades o similares.
En suma, diferenciar claramente lo más posible los asuntos religiosos y los públicos, haciendo, como titulé, una separación real entre la religión y el Estado.
Y retirando las cruces de las juras de ministros, a la guardia civil de las procesiones, ¿las fiestas religiosas como laborables?... Yo estoy de acuerdo contigo, pero también me pregunto hasta qué punto la coexistencia con una tradición que a veces anula completamente el sentido religioso de lo que menciono y mencionas (por ejemplo, vacaciones de semana santa, donde la pasión brilla bastante por su ausencia)no es también algo democrático al no desear la mayoría de la población que desaparezca. Sí hay un límite: la reciente sentencia - he perdido donde - que da la razón a un miembro de la ¿Guardia Civil? ¿la Policía Nacional? en su postura de no poder ser obligado a participar en un servicio religioso aunque fuera esta presencia un servicio prestado por el cuerpo con carácter oficial.
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