De todos son conocidas las fotografías tomadas en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, donde se podía ver que presos iraquíes eran sometidos a abusos, maltratos y vejaciones intolerables por parte de algunos soldados estadounidenses.
La prensa izquierdista, antiestadounidense por definición, aprovechó la ocasión para cebarse no ya en los soldados que cometieron los condenables actos, sino en todo el ejército de Estados Unidos y, por supuesto, en el Gobierno de dicho país.
Lo que dicha prensa, siempre parcial y nunca objetiva, olvidaba a propósito son las dos principales diferencias en materia de derechos humanos entre un país que los respeta y otro que no lo hace.
La primera diferencia, es que en un país que es respetuoso con los derechos humanos las violaciones a los mismos son la excepción, mientras que en un país que los desprecia, esas violaciones son la práctica común.
La segunda diferencia, es que en un país que valora los derechos humanos, cuando se descubre alguna violación de los mismos, los hechos son investigados, y los culpables son juzgados y condenados, mientras que en un país que viola los derechos humanos los que cometen tales violaciones quedan totalmente impunes.
En estos días ha aparecido la noticia de que Charles Graner, un soldado estadounidense que participó activamente en las violaciones de los derechos humanos en la citada prisión iraquí, ha sido juzgado por un tribunal militar de los Estados Unidos; como resultado, ha sido condenado a 10 años de prisión y a la posterior expulsión deshonrosa del ejército. No es el primer soldado juzgado y condenado por los mencionados abusos, y no será el último.
La lección que Estados Unidos está dando al mundo es que es capaz de investigar, juzgar y condenar los abusos cometidos por parte de sus propios militares con... ¡sus enemigos!
¿Cabe pensar que el ejército de Saddam Hussein hiciera algo parecido? Resulta ridícula hasta la pregunta. Pero es que violaciones de los derechos humanos peores que las cometidas por los soldados estadounidenses se están cometiendo con sus propios ciudadanos en países como Irán, Somalia, Siria, incluso el cercano Marruecos, y hasta el candidato a la europeidad Turquía.
Mal, muy mal, estuvieron los abusos de los soldados estadunidenses en la cárcel de Abu Ghraib. Bien, muy bien, está que Estados Unidos esté investigando, juzgando y condenando a los culpables. Los enemigos de Estados Unidos no lo harían jamás. Pero Estados Unidos no es como sus enemigos.
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