En mi anterior artículo hablaba del desafío que el nacionalismo vasco esta haciendo actualmente con la presentación de su nuevo Estatuto. Ahora quiero destacar que quienes tendrá que hacer frente a ese reto serán, por este orden, el Presidente del Gobierno, el Gobierno de la Nación y el PSOE.
Aunque intento ser optimista y positivo siempre (siempre que se puede, claro), la realidad es que ese optimismo y ese positivismo no los quiero convertir en puros juegos ilusionistas, que me aparten del sentido común. Y ese sentido común me hace suponer, me hace temer, que el futuro no es muy halagüeño en el tema tratado.
Tenemos un Presidente de Gobierno débil, que ante desafíos mucho más pequeños (trasvase de agua a Levante, defensa del valenciano, archivo de Salamanca), ha cedido sin ninguna oposición a las presiones nacionalistas de ERC. ¿Se atreverá ahora a atajar este problema con la toda la decisión que se necesita? Ojalá que sí. Pero el pasado no hace presagiar lo mejor.
Tenemos también un Gobierno nacional débil, que gobierna en minoría, y que se apoya, además de en su propio partido, en dos partidos antisistema, ERC e IU, independentistas y comunistas (¡ahí es nada!). Aunque IU ya ha adelantado que votará en contra del nuevo Estatuto de Ibarretxe cuando llegue a las Cortes (lo cual es en principio positivo), ERC no actuará del mismo modo. Y no solamente eso, sino que estamos iniciando una etapa en la que ERC pretende negociar su apoyo al Gobierno como un todo, intentando que las líneas maestras de la política española queden pactadas con ellos. Nada de eso es positivo para preveer que el Gobierno actuará sin vacilaciones en el presente momento.
Finalmente tenemos un PSOE totalmente dividido en la política autonómica. Ibarra y Bono son representantes de una defensa constitucional, mientras que Maragal y López son representantes de una vía de reforma constitucional que conduciría a la desmembración de España tal y como la conocemos hoy. Con el conflicto que tenemos sobre la mesa, me temo que las diferencias dentro del PSOE aflorarán, lo que hará que no tenga la fortaleza necesaria para acometer la tarea que tiene en frente.
El reto que tenemos frente a nosotros es el mayor de la etapa democrática. Y para acometerlo tenemos en primera línea a un presidente débil, a un Gobierno débil, y a un partido gubernamental débil. No son los mejores mimbres para hacer el cesto de la victoria que necesitan nuestra Constitución, nuestra democracia y nuestra legalidad.
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