Indignación. Esa es la palabra que mejor define lo que siento. Y lo que creo que siente la mayoría de la sociedad española. La noticia no es para menos. El etarra José Ignacio de Juana Chaos, condenado a 3.000 años de prisión por cometer 25 asesinatos, saldrá a la calle con casi toda seguridad el próximo mes de Febrero, después de haber cumplido en prisión... ¡solamente 18! Y con el agravante de que este sujeto va a salir sin haber mostrado el menor arrepentimiento por sus actos, sino todo lo contrario, ya que en prisión celebraba cada asesinato etarra. Es decir, que, en la práctica, este asesino sin remordimientos va a pagar a menos de 1 año por cada asesinato cometido.
Vergüenza, asco, repulsión son otros adjetivos que definen como me siento.
Dicen que la culpa es del Código Penal de 1973, por el cual este asesino fue juzgado, y que incluía muchos beneficios de reducción de penas, a contar de 30 años para abajo. No me sirve. ¿Dónde estaban los gobernantes de UCD, del PSOE y del PP que no reformaron ese Código Penal mucho antes del 2003? ¿Acaso no sabían sacar cuentas?
Ahora el PSOE califica de escándalo la próxima excarcelación de este sujeto. ¿Y que hizo el PSOE cuando estuvo en el poder para que esto no sucediera? Al menos el PP impulsó un cambio de legisilación, obligando al cumplimiento de 40 años (lo hizo tarde, porque debió hacerlo nada más llegar al Gobierno, pero más vale tarde que nunca).
Claro, tanto UCD, como PSOE y PP en su primera legislatura vivieron años en que había que mantener a los políticos nacionalistas vascos tranquilos y contentos. Y por eso no convenía hablar de endurecimientos para con los terroristas. Era uno de los precios a pagar. Ahora vemos las consecuencias. Y las seguiremos viendo. Porque los asesinos etarras Henri Parot (condenado a más de 3.000 años por decenas de asesinatos), Antonio Troitiño e Inés del Río (ambos condenados a 2.232 años por el asesinato de 12 guardias civiles) quedarán libres con toda probabilidad este año o el año próximo.
Cuando se habla de condenas de miles de años, y al final se cumplen menos de veinte, de lo que estamos hablando es de una asquerosa burla a la justicia. Soy contrario a la pena de muerte. Pero soy defensor de la cadena perpetua para casos de asesinato con agravantes. O, en el peor de los casos, de que cualquier beneficio penitenciario se aplique desde el total de la pena.
Lo que estamos viendo es una burla a las víctimas, una burla a sus familiares, una burla a todos los ciudadanos españoles de bien, una burla a la verdadera justicia.
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