Como era previsible, el vencedor en las elecciones palestinas ha sido Mahmoud Abbas, conocido también como Abu Mazen.
En principio podría ser una buena noticia, ya que aparentemente es un político moderado, que condena el terrorismo y que podría conducir a buen término unas negociaciones con Israel para establecer una paz duradera en la zona.
Ahora bien, una cosa son los deseos y otra bien distinta la realidad. Y esa realidad nos da de bruces con el tremendo poder que tienen dentro de la ANP dos organizaciones netamente terroristas: Hamas y la Yihad Islámica. Dos grupos terroristas que han boicoteado el proceso electoral palestino, y que ya han anunciado que se opondrán a cualquier acuerdo de paz con Israel.
Por otra parte, las declaraciones de Abbas durante la campaña electoral, en el sentido de que no tiene la intención de desarticular esas dos organizaciones terroristas, no presagian nada bueno. Una cosa es condenar el terrorismo de palabra, cosa que Abbas hace, y otra cosa muy distinta combatir ese terrorismo con todas las energías, cosa que aparentemente Abbas no va a hacer.
Si Hamas y la Yihad Islámica no se avienen a dejar el terrorismo (lo cual todo apunta que no sucederá), Abbas debería enfrentar a tales organizaciones asesinas, incluso solicitando para ello la ayuda internacional si fuera preciso. Si no lo hace porque no quiere, no servirá para lograr la paz porque será un líder hipócrita. Y si no lo hace porque no puede, tampoco servirá para lograr la paz porque será un líder débil.
Los palestinos necesitan un líder totalmente comprometido con la paz, decidido a luchar contra el terrorismo, con convicciones muy definidas y con una clara fortaleza como persona y como líder. ¿Será ese líder Mahmoud Abbas? Sinceramente, deseo lo mejor; pero, igual de sinceramente, temo lo peor.
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