Hace mucho tiempo, comentando yo en un texto en el blog de Carlos López Díaz, argumenté que el hecho de que todos los apóstoles murieron a causa de su creencia en la resurrección de Jesús y defendiendo que habían visto a Jesús resucitado era una prueba cierta de dicha resurrección, me contestaron que eso sería equivalente a los suicidas islámicos de la actualidad.
No recuerdo la razón por la que no contesté a dicho comentario, pero es posible que con los actuales acontecimientos que estamos viviendo de suicidas musulmanes por casi todo el mundo haya bastante gente que esté haciendo dicha comparación.
Es evidente que a lo largo de la Historia ha habido personas dispuestas a dar sus vidas por casi todas la ideas, sean las mismas buena o malas (incluso en algunos casos terribles, como es el caso del comunismo). Eso es sí mismo no demuestra nada más allá del grado de convencimiento de la persona en la idea. Lo que debemos analizar es la idea por la que se muere. Por ejemplo, un yihadista muere (y mata) convencido de que a través de esa muerte (y esos asesinatos) la promesa contenida en el Corán de paraíso y vírgenes será para él. Nada ni nadie le hará cambiar de opinión, porque le han convencido de ello en base a un texto para él sagrado.
Ahora bien, en el caso de los apóstoles estamos hablando de un caso completamente diferente. ¿Quién les convenció de la resurrección de Jesús? ¿Un texto? No. ¿Una persona? Igualmente no. Fue el hecho de haber visto al mismo Jesús resucitado. Eso es lo que hay que analizar. ¿Lo vieron o no lo vieron? Aquellos que niegan la veracidad de la resurrección tendrán que decir que no lo vieron. Pero entonces están obligados a dar una explicación alternativa. Y solo hay dos.
La primera que mintieron. Que los doce apóstoles acordaron entre ellos que iban a defender que vieron a Jesús resucitado cuando en realidad era mentira. Entonces entramos en el punto de que murieron estúpidamente por algo que sabían a ciencia cierta que era falso. Y nadie haría eso. Hasta los yihadistas mueren creyendo que su idea es verdadera, la de las recompensas paradisiacas de vírgenes a su disposición. Incluso los comunistas que murieron por el comunismo lo hicieron en la creencia de que así habría un mundo mejor en la tierra. Los apóstoles jamás hubieran muerto por una idea fabricada por ellos y que sabían que era falsa.
Por lo tanto, si la resurrección de Jesús no tuvo efecto, pero los apóstoles murieron creyendo en ella, solo tenemos la segunda posibilidad, que murieron engañados. Pero el problema con el que nos encontramos aquí es que los apóstoles no eran seres fanáticos. Cuando Jesús murió dieron por sentado que había muerto y que no iba a resucitar. Volvieron a sus tareas y tenían miedo de que los fariseos les hiciesen correr una suerte parecida a la de Jesús. ¿Cuál fue el acontecimiento que produjo que esos hombres descreídos y cobardes cambiasen radicalmente a convertirse en hombres de fe y valientes, hasta el punto de dar su vida por una idea, la de la resurrección de Jesús, en la que poco antes no creían? Sinceramente, no se me ocurre ninguna otra respuesta que no sea que efectivamente el cambio fue producido porque, tras haber visto a Jesús muerto y sepultado, le volvieron a ver vivo.
Por lo tanto, volviendo al principio, el hecho de que los apóstoles murieron a causa de su creencia en la resurrección de Jesús y defendieron dicha resurrección, efectivamente demuestra que Jesús resucitó. Porque, repito, nadie (absolutamente nadie) moriría por algo que sabe a ciencia cierta que es una mentira fabricada por él mismo.
Y, a diferencia de los modernos yihadistas musulmanes suicidas, ellos murieron no por algo de lo que les habían convencido estando ya predispuestos para ello, sino por algo que vieron con sus propios ojos, a Jesús resucitado, cuando estaban convencidos de que tal cosa jamás ocurriría.
Concluyendo, comparar a los antiguos apóstoles cristianos mártires con los modernos yihadistas musulmanes suicidas es un sinsentido que no tiene ni pies ni cabeza. Aquellos murieron por la verdad de lo que vieron, estos mueren (y matan) por la falsedad de lo que imaginan. Y no es lo mismo ver que imaginar. Para nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.