Ya pasó el debate de investidura. Pude ver únicamente la respuesta de Sánchez a la intervención de Iglesias y el intercambio posterior entre ambos.
Muy triste ver a Pedro Sánchez suplicándole el voto a Pablo Iglesias y justificando su acuerdo con Albert Rivera de una forma que estaba dando a entender bastante claramente que casi se avergonzaba de dicho acuerdo (o tal vez sin el casi).
Chulería sin límites de Pablo Iglesias, pedantería de quien se cree moralmente superior y total dominio de la escena con un discurso muy bueno en las formas pero completamente vacío de contenido; vamos, populismo en grado sumo. A lo que hay que sumar el exhibicionismo sin sentido del beso en la boca a Domenech. Está claro que va a convertir el Congreso en su circo particular. Y ha demostrado que si no hubiera sido catedrático hubiera podido triunfar como actor. Cualidades no le faltan.
Patxi López, Presidente del Congreso al servicio del PSOE. No es comprensible que equipare aplausos y abucheos (de los socialistas), sobre todo cuando éstos le impiden al que está en el uso de la palabra (Iglesias) hacerse entender.
Leo que Rajoy estuvo duro y que dicen que "ha vuelto"; veremos si es capaz, ahora sí, de hacer lo que debió haber hecho antes, someter su candidatura en el Congreso.
Y leo también que Rivera estuvo bien en su interveción y que fue el que salió ganando del debate. Vamos a ver si es capaz de capitalizar esa victoria en el futuro o se desinfla como le pasó en la campaña electoral.
Sea como fuere, ya casi termina este teatro (al menos el primer acto). Queda por ver que pasa después del próximo "no" a Sánchez el viernes, la semana próxima, que será básicamente la hora de la verdad (o al menos el comienzo de la misma).
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