El problema que viene arrastrando Ecuador desde hace semanas, y que ha finalizado (por ahora) con la destitución del Presidente y la asunción de la Presidencia por el anterior Vicepresidente, tiene una causa que se resume en la frase que titula este texto.
Y es que la podredumbre moral ha llegado hasta los tres poderes ecuatorianos, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El resumen de la situación es que el más completo amiguismo y el más descarado favoritismo a la hora de tomar decisiones ha llevado al país a que las cosas estén como están.
Me viene a la mente que las cosas estaban en Venezuela de forma parecida, lo cual fue aprovechado por Hugo Chávez para lanzar un discurso antisistema a un pueblo cansado de abusos, y a lomos de ese discurso llegar al poder y poner al país en condiciones peores a las previas.
¿Ocurrirá lo mismo en Ecuador? Espero que no. Mi deseo es que los políticos pudieran arreglar las cosas. O que apareciera un político honesto con don de gentes, que pusiera orden en tanto desmadre. Pero, como en otros muchos casos, esos son mis deseos. La realidad me dicta que mis esperanzas de arreglo de Ecuador y otros países de América Latina son pocas, muy pocas.
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