La historia es conocida. Hace unos días Santiago Carrillo y unos acompañantes que iban con él sufrieron una agresión física por parte de unos desalmados de extrema derecha. Esos hechos me merecen tres valoraciones.
La primera valoración es personal. Toda mi repulsa y mi condena para los hechos y sus autores. No hay ningún tipo de justificación para una acción así.
La segunda valoración es jurídico-policial. Espero y deseo que los culpables del ataque sean investigados, identificados, detenidos, procesados, juzgados, condenados a la pena pertinente, y que la cumplan en prisión. De hecho me alegro muchísimo de que ya se hayan producido detenciones relacionadas con este asunto.
La tercera valoración, la más extensa, es política. Aunque jurídicamente los hechos son achacables a sus autores y punto, políticamente no es así. España es un país que, por desgracia, ha padecido mucha violencia física ligada a la vida política. Durante los años de la transición, en la incipiente democracia, la extrema derecha la practicaba asiduamente. Más tarde sería la extrema izquierda vasca quien la utilizaría para aterrorizar a sus opositores. Pero poco a poco dichas violencias fueron poco a poco desapareciendo, bien por falta de estímulo (la de ultraderecha), bien por persecución jurídico-policial (la de ultraizquierda vasca).
Por lo tanto, parecía que la violencia física había quedado en el pasado, y que las diferencias se podían resolver en las urnas y en los parlamentos (exceptuando el terrorismo etarra y el islámico recién aparecido). Pero no es así. De pronto nos encontramos con que, hace unos pocos días, unos ultraderechistas vuelven a meter la violencia física dentro de la política española.
¿De pronto? No tan de pronto. Es sumamente interesante repasar el resumen que hace Libertad Digital de la violencia física utilizada dentro de la vida política española en los siguientes momentos del Gobierno del Partido Popular: Hundimiento del Prestige, guerra contra Iraq y atentado terrorista del 11-3-2004.
En esos tres momentos (que, unidos, prácticamente suman toda la segunda parte de la última legislatura de Gobierno del PP) la ultraizquierda española y la izquierda española sin ultra (es decir, toda la izquierda, desde el PSOE para allá) utilizó la violencia física como arma política contra el Gobierno de Aznar.
Ello ha llevado a que la espiral de violencia sigue. La extrema derecha española (que, recordemos, nunca ha desaparecido, sino que duerme -o dormía- a la espera de tiempos mejores) ha vuelto a aparecer con sus clásicos métodos violentos. Mucha culpa de ello, a nivel político, la tienen los actuales gobernantes, que fueron quienes animaron, o justificaron, o no condenaron, los ataques físicos anteriores contra personas del PP.
Ya lo dice el dicho, "el que siembra vientos recoge tempestades". Los vientos de la violencia en la vida política española fueron sembrados, y muy bien. Ya van creciendo, y dando frutos, que, por supuesto, son también de violencia. Mi deseo, y también mi esperanza, es que en el actual partido que dirige la política española, el PSOE y su Gobierno, haya un mínimo de coherencia para no atizar más el fuego de la violencia física como arma política. Porque, si no se toman las medidas pertinentes (jurídicas y también políticas) puede ser que llegue la hora de recoger las tempestades. Y esas tempestades no las recogerán solo ellos, sino muchos españoles (y extranjeros) que nada tuvieron que ver en el asunto. Espero que quien pueda hacer algo, lo haga, y ya.
Queda muy bonito condenar los actos vandálicos, pero hay que matizar brevemente un par de puntos. Ante todo, sinceridad: me parece muy bien lo que le pasó al GENOCIDA y UNO DE LOS PRINCIPALES INSPIRADORES DE NUESTRA GUERRA CIVIL Carrillo. con una importante puntualización: sólo le insultaron, no le pegaron. Gran diferencia respecto a otros, éstos si, ataques al principal partido de la oposición (por aquel entonces de Gobierno) y único veraderamente nacional. No, los que insultaron a Carrillo no son extremistas: Falange se desmarcó de esos actos. ¿Por qué unos son extremistas y otros no?. ¿Por qué los medios de comunicación (y no sólo ellos) se refieren a los que protestan por la retirada de la estatua de Franco como "extremistas de derecha" mientras que a los que se manifiestan por el 14 de Abril no les adjuntan ningún adjetivo?. No, no, no, perversión del lenguaje. Siempre condenamos los mismos, siempre respetamos los mismos...pero a nosotros no nos respetan. Es más, hasta nos pegan (sí, fui interventor por el Partido Popular en las Generales). Las reglas del juego las debemos respetar todos y está claro que hay unos que no las respetan. Ya no se está en igualdad de condiciones: unos estamos atados a la legalidad (porque nos gusta y, aunque no nos guste, la respetamos) y otros se sirven de la más absoluta impunidad de sus actos. Llegados a este punto, creo que es contraproducente y no deseable seguir en esta línea de "perfil bajo", ¿no crees José?. No digo usar la violencia, por supuesto, pero si una mínima defensa: si me atacan, respondo defendiéndome. No pienso que esté diciendo nada escandaloso, simplemente algo normal propio del instinto de supervivencia (porque esto es así en esta España nuestra actual) e, incluso, constitucional.
ResponderEliminar¿Llamar asesino a Aznar y compañía, asaltar sedes populares, etc., etc. e insultar a Bono y a Carrillo no?. ¡¡¡Esto no es así!!!. Como bien escribo en mi blog, Carmen Calvo fue insultada hace unos días en Valladolid. ¡¡Normal!!. ¿Acaso sorprende?. Como Caldera venga por aquí, pienso llamarle de todo. He escrito llamar, no pegar: me considero con la suficiente inteligencia (más que el Ministro. Bueno, tampoco es tan difícil...) para no llegar hasta ese punto salvo, como ya he escrito, en caso de legítima defensa. Porque en una miniconcentración, hace unos meses, a favor de la unidad del Archivo en la Plaza Mayor, medio centenar de personas, la mayor parte de ellos gente mayor (familiares míos estaban allí) se quedaron ACOJONADOS al ver aparecer, cual guerreros entre la niebla, a una horda de "pacifistas" punk pertrechados de cadena y botas "pisacabezas" que se dirigían a ellos al grito de "¿dónde estáis fachas hijos de puta?". Pies para que os quiero, naturalmente. Si llego a estar allí (estaba trabajando) con sólo un amigo mío, te aseguro que voy de cabeza al primero de ellos y me lo llevo por delante. Porque eso es lo que quieren: amedrentar, imponer, asustar....y como no respondemos, se crecen más. Pero si respondemos...las tornas cambian. Castro viene en Octubre. Otro tanto de lo mismo. No te quiero comentar las lamentables maneras de comportarse de los "pacifistas" universitarios cuando yo estaba en la facultad y venía a dar una conferencia algún político popular o intelectual no progre (eso cuando los llamaban porque, ya imaginarás, que no era ni es lo habitual). Indecencia primitiva. O sea, ¿que tengo que callar cuando me insultan y aguantarme cuando me pegan?. No, no. Eso cambió el 11 de Marzo, José. Creo que para mucha gente supuso un cambio. Un "despertar" si se me permite esta expresión. Si no mostramos nuestra voz, nuestra energía, nuestra fuerza, nuestra disconformidad, nuestra rabia...nos arrinconarán y así les será más fácil proscribirnos y eliminarnos. Eso es lo que buscan y quieren. Este año de (des)Gobierno socialista es una clara muestra de ello. Y lo de hoy en el Congreso lo reafirma: matrimonio homosexual, adopciones por gays, derogación del PHN, vuelta a la legalidad para convocar referéndum separatistas, la ETA en el Parlamento Vasco...Así están las cosas, José, y no tienen visos de mejorar, sino todo lo contrario. Cuando antes lo aceptemos, mejor. Dirás que esto va en contra de mi "ser" católico (ya que es un punto en el que no coincidimos plenamente) pero te digo que lo que peor llevo del cristianismo es lo de poner la otra mejilla. Otras cosas, pasen pero ésta, no. Saludos. Y perdón por extenderme.
Estoy totalmente de acuerdo... con los dos. Falta mucha "escuela" respecto a la Historia. Las derechas actuales... que NADA tienen que ver con el franquismo, excepto el haberlo finiquitado... están acomplejadas por lo que hizo Franco. Enfín. No vamos bien por ese camino. Los Socialistas, no sólo no renunciaron al nombre de un partido manifiestamente golpista y responsable de las checas, sino que reivindican su pasado demócrata y bondadoso. Y la gente... les da la razón, encima.
ResponderEliminarTendría que hacerse una lectura real y total de la Guerra Civil. Cada uno, que ocupe su lugar (yo, por supuesto, en la CEDA, no en el Movimiento: Requetés o Falange), y que responda de los crímenes cometidos. Veremos quién ha de pedir más disculpas, y a más gente.
Dicho eso, condeno toda violencia física. No encuentro un adjetivo lo suficientemente duro, sin caer en lo soez ú ofensivo, para dar mi parecer sobre el GENOCIDA de Carrillo, pero... contra la violencia física (a ver si el PSOE y sus socios toman debida nota): tolerancia CERO.
Pero repito... me representa tanto él (como demócrata y liberal que soy), como sus agresores.
Saludos liberales
Díaz de Vivar, muy bueno el comentario. Lo entiendo. Y ello porque, como dije en mi texto, quien ha comenzado la violencia física en la política española ha sido el PSOE y sus compañías cuando los asuntos contra el PP con Aznar en el Gobierno.
ResponderEliminarLo que me preocupa es que la cuestión de la violencia física puede enrarecer el panorama mucho en España, hasta el punto de que la democracia salga perjudicada.
No estoy de acuerdo con los insultos, ni a personalidades política ni a nadie. Creo que hablando (educadamente) se entiende la gente. De la violencia verbal a la violencia física hay un paso, y se empieza en la primera y se acaba en la segunda.
El problema radica es que esta gente (PSOE y compañía) han utilizado las dos violencias, la verbal y la física, a paladas, siendo el punto sobresaliente el día 13 de Marzo del pasado año. Y, claro, aquellos polvos han traído estos lodos.
Por eso estoy convencido de que el responsable de la actutal violencia física en la política española es el PSOE y toda la izquierda.
Rabateur, no creo que consigamos nada con remover el pasado. Creo que debemos mirar al futuro y olvidar el pasado (en el sentido de zanjar cuentas pendientes). Si revolvemos demasiado el pasado, me temo que puede volver a convertirse en presente.
Gracias a los dos, y un saludo muy cordial.