martes, 12 de julio de 2005

Verdades como puños, ¿adivinan de quién?, ni se lo imaginan

"Algunas fuerzas políticas, y algunos gobiernos autónomos, quieren adjetivar sus respectivas comunidades autónomas. No se conforman con el nombre que tienen de solteras, sino que ahora quieren un nombre matrimonial.

"Unos lo quieren llamar región, ya se llaman así, otros nacionalidad; otros nación, y otros, comunidad nacional. Realmente es pintoresco que llevamos los españoles tantos años preguntándonos quiénes somos.

"Mi juicio es que tal diseminación de definiciones sólo aporta una confusión que siempre acarrea problemas, además de una insolvencia de nuestro país más allá de nuestras fronteras.

"Pongo un ejemplo concreto: hemos estado a punto de perder la oficialidad del castellano en la UE en los mismos días en que hemos estado haciendo un esfuerzo melancólico defendiendo que el catalán, el gallego, el euskera y el valenciano sean lenguas oficiales en la UE.

"Yo sé que hablar, así como hablo, va en contra del principio de lo políticamente correcto, ya sé que me arriesgo a que me lapiden los fervorosos y los nuevos conversos, pero alguien tiene que esforzarse para que la razón, los argumentos de sensatez, no estén arrinconados por las modas y las críticas oportunistas.Hay poca libertad para hablar de estas cosas.

"La pretensión de denominar nación a una comunidad autónoma presenta dos serios obstáculos. Rompe el pacto logrado en el debate constitucional, que se debatió muchísimo. Se llegó al acuerdo de regiones y nacionalidades después de un debate muy amplio, y un pacto entre todos, incluyendo los nacionalistas.

"Rompe ese pacto y, además, augura una rectificación posterior.Si hoy somos nación, mañana querremos ser Estado, porque si somos nación, necesitamos un Estado y, de hecho, en muchos de los preceptos que hoy son borradores de los estatutos se habla de un Estado, y no de una comunidad autónoma.

"Veamos la reforma encubierta de la Constitución, que se encierra en las anunciadas reformas de los estatutos de autonomía. Lo primero que debemos constatar es que no estamos ante una reforma de estatutos. No estoy dispuesto a tragar ruedas de molinos.

"Estamos ante la elaboración de nuevos estatutos. Cosa que, por cierto, no contempla la Constitución, que habla de que se pueden reformar los estatutos que constituyan los mecanismos que establece la propia Constitución.

"Les pondré un ejemplo. El actual Estatuto de la comunidad de Cataluña tiene 57 artículos, y ahora van por el 350. No pueden decir que es una reforma.


Y sigue.

Verdades como puños.

¿Y quién las pronuncia?

¿José María Aznar? No.

¿Mariano Rajoy? Tampoco.

¿Jaime Mayor Oreja? De eso nada.

El conferenciante es socialista.

¿Felipe González? Error.

¡Bueno, ya! ¿Quién?

Alfonso Guerra.

¿Queeeeeeeé? ¿El diputado socialista en ejercicio y Presidente de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados? El mismo.

La noticia me la encontré en el blog Bye, Bye, Spain, y como no daba crédito a lo que leían mis ojos, y el artículo en sí no traía referencia, me di una vuelta por Google, y aunque parece que el texto procede de la edición de "El Mundo" del Sábado 9 de Julio (de pago, por lo que no tengo acceso), la entradilla no deja lugar a dudas:

Guerra dice que «no hay Estado que resista» un Estatuto como el del tripartito catalán
Optó por un tono y un discurso académico. Apenas utilizó sus típicos chascarrillos ni levantó la voz. Pero el presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, Alfonso Guerra, hizo ayer en los Cursos de Verano de El Escorial (Madrid) la crítica política más dura y contundente oída hasta ahora contra las reformas estatutarias que se avecinan y, en especial, contra el nuevo Estatuto de Cataluña.


Y también se pueden leer referencias al tema en La Voz de Asturias y en la Fundación para la Libertad.

Vamos, que sí, que Alfonso Guerra anda coincidiendo en estos temas con el PP y discrepando de Zapatero. Vivir para ver.

Y es que Alfonso Guerra ve un serio peligro de ruptura de España en las reformas estatutarias en general y en la catalana en particular. Y no hablamos de populares que, según el Gobierno, ven fantasmas rupturistas por todos lados. Hablamos del respetabilísimo socialista, ex-Vicepresidente del Gobierno, ex-Vicesecretario General del PSOE, político en ejercicio, diputado en el Congreso por el PSOE y nada más y nada menos que, repito, Presidente de la Comisión Constitucional.

¿Será Alfonso Guerra otro cazafantasmas? Pues va a ser que no. Va a ser que el peligro rupturista existe, aunque otra cosa es que al final se lleve a efecto o no. Y para que no se lleve a efecto va a haber que empezar que hacer cosas, como, por ejemplo, tomar muy en cuanta las palabras de Alfonso Guerra.

1 comentario:

  1. La referencia de El Mundo es correcta, señor. Nada que oponerse por mi parte a la reflexión de Guerra (¿me ha ocurrido antes?) si no es por un pequeño detalle: la gente es libre de cambiar de opinión o sentirse de lo que quiera. Nunca habrá legitimidad para este discurso si no se promueve de modo inmediato (ya me conoces, es mi tesis de fondo)un referéndum en cada comunidad con "problemas de identidad" que zanje la cuestión: Cataluña, País Vasco, Navarra y, por qué no, Galicia. Nadie tendría dudas de nada y se empezaría a construir el estado por sus cimientos. La prueba es que ellos no quieren, Ibarreche va de farol, juega a que le prohiban el referendum para decir que él es una víctima. Y así nos va.

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