A uno se le encoge el corazón antes las decenas de personas que han perdido la vida últimamente a causa de dos incendios, ya en un edificio en Londres, ya en un bosque portugués. Lo único que se puede hacer desde el Estado es apoyar incondicionalmente a las víctimas y sus familiares, así como investigar judicialmente las causas, para, si hubiera responsables por negligencia, que paguen por ello, y sobre todo aprender de los errores pasados y no volver a cometerlos en el futuro.
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