Las elecciones catalanas celebradas el pasado noviembre (unos días por otros lo había ido dejando, y ya han pasado varios meses) nos demuestran, una vez más, que el sistema político que gobierna allí, como en tantos otros lugares de España, no es la democracia, sino la partidocracia.
Los resultados fueron éstos:
CiU, 62 escaños, 1198010 votos, 38.47%
PSC-PSOE, 28 escaños, 570361 votos, 18.32%
PP, 18 escaños, 384019 votos, 12.33%
ICV-EUiA, 10 escaños, 229985 votos, 7.39%
ERC, 10 escaños, 218046 votos, 7%
SI, 4 escaños, 102197 votos, 3.28%
C's, 3 escaños, 105827 votos, 3.4%
CiU quedó alejadísima de obtener el 50%+1 de los votos. En buena lógica democrática debió haber una segunda vuelta, entre el candidato convergente y el candidato socialista, para que los otros partidos políticos pudiesen tomar posición pública (o no) ante la gente de sus preferencias, y finalmente fueran los ciudadanos (y no los políticos) los que decidieran quien debía gobernar.
Pero, claro, eso no ocurrió. En cambio el candidato de CiU, Artur Mas, debía tener para gobernar uno de cuatro posibles apoyos partidocráticos diferentes, en algunos casos completamente opuestos, como eran PSC, PP, ICV o ERC. Al final (es lo de menos, democráticamente hablando) el pacto ha sido entre CiU y PSC (con unas cláusulas públicas y otras secretas, como casi siempre en este tipo de acuerdos).
¿Quién ha decidido el pacto? Evidentemente no la ciudadanía, sino la clase política, como siempre. Lo dicho, no democracia, sino partidocracia.
Aprovecho para decir que una vez que se celebren las elecciones autonómicas y municipales de mayo voy también a analizarlas en esta serie Partidocracia en España, sean los resultados los que sean. Lo digo para evitar suspicacias.
ACTUALIZACION 23/9/11:
Como conclusión, color rojo de elección antidemocrática.
España, partidocracia (serie)
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