Mucho se habla del milagro económico chino, en base a que China se ha abierto parcialmente a la economía de mercado. Pero esa palabra, parcialmente, creo que es la que define mejor lo que está pasando en China a nivel económico.
Ya he comentado en otras ocasiones que no podemos ignorar, por más apertura económica que tenga China (que no tiene tanta, como veremos a continuación), que las libertades políticas y religiosas siguen sin existir en dicho país, y que en los dos planos mencionados los disidentes son duramente perseguidos, incluyendo violaciones constantes a los derechos humanos.
Pero, hablando de las limitaciones económicas en China, dando vueltas por Libertad Digital, me topé con dos interesantes artículos de opinión atrasados sobre China (éste y éste), que vienen a poner en el acento de que la libertad en China es deficitaria no solamente en los planos político y religioso (que también, y mucho, por supuesto), sino también en el sector económico.
Y es que, como dice el dicho, no es oro todo lo que reluce. Y ello es aplicable a China.
El milagro económico chino es el protagonizado por los chinos de mi barrio. Porque están amparados por unas leyes claras, por una administración eficiente y no corrupta (al menos en teoría), por una libertad religiosa, de empresa, de educación, y todo ello favorece el "milagro". El otro, el de China, ya es menos milagroso.
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