El padre Alberto es uno de los sacerdotes católicos más populares e influyentes de Miami. Según recoge esta noticia, fue “sorprendido” por unos paparazzi mientras besaba a una mujer en una de las playas publicas más concurridas de Miami Beach. Este suceso vuelve a abrir el debate sobre el celibato de los sacerdotes en la Iglesia Católica Romana.
Sépase que la Iglesia Romana no declaró el celibato de los pastores como algo obligatorio hasta el Concilio de Trento (1545-1563), y lo hizo por razones económicas, no teológicas. A la Iglesia le era imposible el mantenimiento de las viudas e hijos de los sacerdotes.
Entiendo perfectamente el respeto de los católicos hacia las ordenanzas papales y hacia la tradición de la Iglesia de Roma; pero lo que me cuesta de entender es como estas ordenanzas y tradiciones pueden estar en abierta contradicción con la doctrina bíblica.
Léanse las palabras del apóstol Pablo en 1 Timoteo 3: 2-5:
“Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar; No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado, no litigioso, ajeno de avaricia; Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad;
(Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)”
Pablo deja claro que los sacerdotes pueden y deben casarse, y tener hijos. Es más, en el siguiente capítulo (1 Timoteo 4: 1-3) dice que quienes prohíben casarse están enseñando doctrinas de demonios. Esta es una afirmación bastante contundente para quienes dicen creer que la Biblia es la Palabra de Dios inspirada, infalible e inerrante.