martes, 26 de julio de 2005

"Hay extremistas en todas las religiones"

La afirmación que da título a este artículo es tal vez peor que una mentira, porque es una verdad a medias. Se pudo oír después de los atentados del 11-S en Estados Unidos, de los del 11-M en España y ahora también después de los del 7-J y 21-J en Inglaterra.

Me llamó la atención leerla casi textualmente en boca de Dilowar Hussain Khan, un líder religioso musulmán de Londres.

Pero hay extremistas en todas las comunidades, por una razón u otra.

Pues sí, extremistas hay en todos lados, particularmente en las religiones. Y fanáticos también. Pero...

El problema es que solamente los extremistas y fanáticos musulmanes se dedican a cometer atentados terroristas, normalmente suicidas, con la intención de llevarse con ellos a todo aquel que esté cerca.

Pongamos cuatro ejemplos. ¿Qué extremistas religiosos católicos están matando gente en nombre de su religión? ¿Y protestantes? ¿Y judíos? ¿Y budistas? Ninguno. Pero ello es práctica habitual del fanatismo musulmán.

Y que conste que los atentados terroristas mencionados en Estados Unidos, España e Inglaterra son solamente ejemplos, claros por su notoriedad, del fanatismo musulmán. Porque esos atentados terroristas indiscriminados eran cosa corriente en Israel, y lo son, en presente (casi a diario), en Iraq.

Es duro decirlo, pero, como leí en algún sitio que no recuerdo, y con lo que estoy totalmente de acuerdo, es totalmente cierto que no todos los musulmanes forman parte del llamado terrorismo internacional, pero es igualmente cierto que todos los participantes de ese denominado terrorismo internacional son musulmanes.

Así están las cosas. Y habrá que empezar a llamar a esas cosas por su nombre. Porque estamos hablando de una religión, la musulmana, donde la libertad individual es totalmente ignorada (solamente es tolerada en occidente, y porque forma parte de nuestros países), y donde en la mayoría de los países musulmanes se mezclan en todos los ámbitos la política y la religión. No se les enseña la libertad y, como consecuencia, el respeto a las diferencias; más bien se les inculca lo contrario, que lo bueno es determinado estilo de vida, y que todo lo que se opone a dicha forma de vivir esta mal.

De lo anterior a luchar contra ese maligno estilo de vida solo hay un paso. Paso largo, sin duda, que muchos, la inmensa mayoría de los musulmanes no dan ni darán. Pero paso que otros musulmanes sí dan, y las consecuencias las hemos visto ya en los países anotados, y las seguimos viendo cada día en Iraq.

¿Cuál es la solución? No lo sé a ciencia cierta. Por supuesto no es perseguir a los musulmanes por el hecho de serlo, ni hacer recortes en la libertad de religión para ellos. Pero si sé que parte de la solución será tener en cuenta esto, como ya se está teniendo a los más altos niveles:

El ministro francés del Interior, Nicolas Sarkozy, ha propuesto a los países de la Unión Europea que comiencen a vigilar las mezquitas en sus territorios para evitar que se predique en ellas el integrismo, el odio y la violencia. "He pedido que adaptemos en Europa nuestras estructuras jurídicas, administrativas y políticas para no tolerar más asociaciones deportivas, sociales y culturales que no sean más que fachadas para las actividades violentas y que hagan llamamientos al odio", añadió.

Sarkozy opinó que "no podemos aceptar que estos entre comillas directores de conciencia (en referencia a ciertos imanes) prediquen la violencia y el odio". "Creo que hace falta intolerancia con los lugares donde existe ese radicalismo", dijo el ministro francés, quien subrayó su "respeto por la libertad de expresión y los derechos humanos" y afirmó que la mayoría de los millones de musulmanes en Europa "quiere vivir tranquilamente".


Se podrá objetar que lo anterior viola la libertad religiosa. No es así. Simplemente asume donde está el mayor riesgo de crear terroristas suicidas, que es en las instituciones religiosas musulmanas. En teoría los líderes religiosos musulmanes que son escrupulosos cumplidores de la legalidad deberían querer colaborar activamente con las autoridades para que aquellos que manchan su religión sean detenidos. Asunto diferente es que lo hagan. Porque puede ser que entonces estuvieran colaborando con "ellos". Y esos "ellos" somos nosotros. Otra cosa es que, estúpidamente, nosotros no queramos darnos cuenta.

2 comentarios:

  1. Han de aceptar que su religión está por detrás de un sistema de sociedad que nos hemos dado en los países occidentales, donde vienen a vivir mejor. Un sistema de sociedad donde existe libertad de credo, bastante más que en los países islámicos por cierto. Pero esa libertad es posible porque nuestros gobiernos y normas deben cumplimiento a una constitución que no diferencia por motivos de fe. Y los fanáticos islamistas sí diferencian. Somos los infieles.

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  2. Una buena idea:

    “Invitamos a las autoridades de los países donde se producen atentados suicidas a que envuelvan en intestino de cerdo, como botillos, los restos de quienes produzcan las matanzas para que su acceso al Paraíso pueda revertirse y ardan eternamente en el infierno”.

    Un decreto así de sencillo, una fatwa de algún consejo de imanes, debería contribuir a acabar con el terrorismo islamista. Se completaría añadiendo que los fanáticos que sobrevivan serán condenados a vivir en prisión rodeados de productos porcinos, de morcillas, y que nunca ingerirán alimentos halal.
    Solo pensar que irá al infierno por estar impuro enferma al musulmán fundamentalista. Y quien asesina para gozar de los placeres del Paraíso por una creencia, que padezca la perdición por su reverso.


    Visto en http://cronicasbarbaras.blogs.com/ en la anotación del 17/07

    Manning

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