Que Rusia está destras de los ataques informáticos al Partido Demócrata para favorecer a Trump es algo más que sabido, pero el asunto coge nuevos vuelos con la acusación oficial del Gobierno de Estados Unidos.
Y es que ya sabíamos de las relaciones económicas de Trump y sus cercanos con los rusos.
También le hemos oído hablar muy bien de Putin... y, ¿casualmente?, muy mal de todos los que hablan mal de Putin.
Incluso ha llegado a ser totalmente ambiguo al hablar de si defendería o no a los países bálticos, miembros de la OTAN, de un ataque por parte de Rusia. También ha llegado a insinuar que Estados Unidos podría abandonar la OTAN para concentrarse más en luchar contra el terrorismo y en asuntos internos. Podríamos seguir, con sus controversiales posiciones sobre Crimea, Ucrania, etc.
Todo lo anterior, colocado junto, nos da un panorama muy preocupante de lo que podría ser un enorme giro de la política exterior y de defensa de Estados Unidos si Donald Trump llegara a ganar la Presidencia, en las que los tradicionales aliados de Estados Unidos (los países de la OTAN) podrían ser abandonados para crear una alianza tácita con un país hasta ahora enfrentado con Estados Unidos (Rusia). Giro del que podemos desconocer las razones (que podrían estar en los negocios de Trump y sus cercanos en el pasado y en el presente con rusos cercanos a Putin). Y giro que no se habría dado desde la Segunda Guerra Mundial.
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