Irene Montero estaba políticamente contra las cuerdas por el fiasco de la ley del solo sí es sí. Tenía en contra a toda la parte socialista del Gobierno, a los socios de dicho Gobierno e incluso a una buena parte de Unidas Podemos. Era cuestión de tiempo que cayera. Solo había que irle apretando las tuercas poco a poco, sin prisa, pero sin pausa.
Y entonces entró en escena (nunca mejor dicho) la diputada de Vox Carla Toscano en la tribuna del Congreso:
"Hay que tenerla de cemento armado para insultar a profesionales que se han pasado años de su vida estudiando derecho y una oposición, cuando el único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias".
El insulto es sin duda totalmente zafio (qué manera de echar de menos a Macarena Olona). Y al mismo se agarró, siguiendo el teatrillo, como un salvavidas en medio del oceano Irene Montero. Gimoteó y se hizo la víctima. Después de la sesión recibió el apoyo de todos los partidos. Excepto Vox, claro, que apoyó a Toscano y persistió en los ataques a Montero. Porque claro, estas salidas de pata de banco a Vox le dan votos siempre. Cuantos más insultos, cuanto más pelea de barro, más votos. Y es que por estas razones no pierde ni uno. Pero siempre se pueden arañar algunos de la abstención y del ala más cafetera del PP.
Dicen que en Podemos están de fiesta. De pronto se ha olvidado todo el despropósito de la ley del sí es sí y solo se habla de la pobre Irene Montero, víctima de violencia política. Claro, la tormenta pasará y las excarcelaciones de la ley en cuestión volverán a ser noticias. Pero todo apunta a que Carla Toscano, con el apoyo de Vox, ha blindado a Irene Montero en su cargo de Ministra. Por un puñado de votos.
¿Realmente vale la pena? Sin la menor duda que sí para aquellos que anteponen sus intereses partidistas por encima de los intereses de España. Por más que se les llene la boca con ese nombre.
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