En Las Mañanas de RNE ayer decía Íñigo Alfonso, su director, al empezar el programa, en plan melodramático, que "la inédita decisión del Tribunal Constitucional de paralizar la tramitación de una ley nos afecta a todos" (cito de memoria, no tengo ganas de buscar el audio).
No creo que yo que esos asuntos leguleyos les afecten mucho a los que están experimentando la llegada de la crisis económica, o a los que padecen la inseguridad de las calles, o a las que ven como sus violadores ven rebajadas sus penas e incluso salen a la calle, o a los que sufren que en las escuelas les pongan en su contra a sus propios hijos.
Por cierto, que el muy feminista Alfonso no ha dicho nada semejante (por supuesto) sobre las presentes consecuencias de la ley del solo sí es sí o las futuras de la ley trans, ambas en perjuicio de sus teóricamente defendidas mujeres.
Sigo pensando que es un buen periodista, probablemente el mejor locutor de la mañana. Pero antes se esforzaba en ocultar un poco su progrerío. Parece que, ante el peligro de que socialistas abandonen el poder (él no me parece comunista), está dejando mucho más claras sus preferencias políticas.
Ah. Lo que ayer le parecía un auténtido drama a Alfonso para todos parece que hoy ya no lo es, porque, ante la rebaja del tono por parte del Gobierno, él ha hecho lo propio con el suyo. Son cosas de sacar el progrerío de uno a pasear en vez de guardárselo en el bolsillo.
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