Los adjetivos que leo sobre la negativa de Matteo Salvini a que el barco Open Arms atraque en el puerto de Lampedusa son cada vez más brutales. Lo curioso es que no he leído a absolutamente nadie dar la idea alternativa, evidente, de que, ya que el ministro italiano persiste en su negativa y el drama a bordo del barco se torna insoportable, el Open Arms se dirija a otro país con mejores perspectivas de atracar sin problemas. Descartados, por razones obvias (y muy interesadas), los puertos africanos, bien podría sugerirse que el barco ponga proa a, por ejemplo, las Islas Baleares, por más que no tenga el permiso previo de entrada en dicho puerto.
¿Por qué nadie propone tal cosa? La razón es más que evidente. Porque nadie, incluido el gobierno socialista español, quiere sentar el precendente de recibir un barco cargado de inmigrantes ilegales a bordo. Y es que hay que recordar que hay otro a la espera en la misma situación, el Ocean Viking; y tras él probablemente habrá más (otro barco, no recuerdo el nombre, se encuentra en aguas cercanas a Libia a la espera de rescatar más inmigrantes ilegales).
Lo que Pedro Sánchez está haciendo es defender, con el más elemental sentido común, la soberanía de España de decidir a quien recibe y a quien no. Soberanía que se quiere quebrar, contra el mismo más elemental sentido común, respecto a Italia. Ya se hizo con el Sea Watch a finales de junio, que entró en Lampedusa sin permiso. Si ahora se consigue doblegar a Salvini, la via de los puertos italianos quedará abierta para todo barco con inmigrantes ilegales que lo decida, independientemente de lo que digan las autoridades italianas.
¿Qué haría Pedro Sánchez en la misma situación? No lo sabemos, porque el muy taimado no da la cara. Toda la culpa recae sobre el bocazas de Salvini. que, en la línea de Trump, no da para mucho más que gritar consignas en vez de ofrecer sólidos argumentos.
Salvini, un tipo de derechas al que se está intentando quebrar por todos los medios posibles (incluido el progrerío interior, tanto político como judicial). Mientras que Sánchez es un sujeto de izquierdas al que no se le puede tocar. En este tema de la inmigración ilegal, como en todos los demás, la superioridad moral de la izquierda se da como algo que no hay que demostrar. La izquierda puede defender la soberanía del país que gobierna, pero la derecha no tiene ese derecho, sino que queda obligada a aceptar contra su voluntad lo que otros le impogan.
Lo que pasa es que Salvini es un hueso duro de roer. Veremos si consiguen quebrar la soberania italiana bajo su mando. Lo cual es bastante probable, dado que todos van a por él. A cualquier precio.
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