Cuando Mariano Rajoy decidió, una vez en la Presidencia del Gobierno, seguir su propio camino, José María Aznar se lo tomó a mal. Tanto que le hizo la vida imposible, primero apoyando a Ciudadanos y después a Vox. No paró Aznar de poner zancadillas a Rajoy hasta que consiguió acabar con él... y sustituirlo por Pedro Sánchez. De aquello hace ya cinco años, que no son moco de pavo (y lo que te rondaré, morena, porque nos esperan otros cuatro más... por lo menos).
Y ahora va el señor Aznar y, no contento con sus resultados de haber minado la credibilidad de Rajoy, se dedica a hacer lo mismo con Feijóo, y como parece que no le gusta la forma en la que el gallego lidera el PP, en la práctica le monta una manifestación en contra de un pacto sobre la amnistía entre Sánchez y Puigdemont ¡dos días antes del debate de investidura del propio Feijóo!
Aznar a Rajoy le hizo la vida imposible cuando llegó al Gobierno. A Feijóo parece que se la va a hacer desde ahora, que está en la oposición.
Aznar quiere ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y en muerto en el entierro. Nunca supo irse. Y eso ha hecho un daño tremendo al PP. Y lo seguirá haciendo. A menos que un líder del PP ponga en peligro los cimientos del sistema (es la razón por la que González está interviniendo contra Sánchez), debería permanecer callado, como hace Rajoy. Y no es el caso.
En el PSOE deben estar encantando con la aznaradas. Al único que benefician es a Sánchez.
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