Pedro Sánchez no llegó a ser Presidente de Gobierno en aquella moción de censura que le gano a Mariano Rajoy el 1 de junio de 2018 por méritos propios, sino por la incompetencia manifiesta de este último. Recapitulemos.
Tras las elecciones generales de 2015 ningún candidato consiguió la Presidencia. Rajoy porque no quiso presentarse y Sánchez porque no sumó los apoyos suficientes. Por ello se convocaron nuevas elecciones para 2016, concretamente el 3 de mayo (dato importante a tener en cuenta para el futuro) para el 26 de junio. Los resultados mejoraron para el PP y empeoraron para el PSOE con respecto a las del año anterior, pero ello no fue suficiente para que Rajoy ganara la investidura (la perdió por 180 a 170). Después llegaría toda la crisis interna dentro del PSOE que terminó con la defenestración de Pedro Sánchez y la abstención del PSOE que hizo Presidente a Rajoy el 29 de octubre.
Esa investidura de Rajoy nacía de una victoria sumamente débil, basada en la abstención del partido alternativo, el PSOE. Pero si débil era el Gobierno de Rajoy mucho más débil era el PSOE, enfrascado en una crisis interna que amenazaba incluso con llevarse al partido por delante, una crisis que duró básicamente desde el 1 de octubre de 2016, cuando el PSOE se partió por la decisión de abstenerse para facilitar la investidura de Rajoy, hasta el 21 de mayo de 2017, cuando Pedro Sánchez ganó las primarias socialistas.
Con un PSOE enfrascado en sus propias diferencias internas, Rajoy lo único que tenía que haber hecho era haber convocado elecciones el 3 de mayo de 2017 (un año después de la disolución anterior, el mínimo que marca la Constitución) o unos días después para el 2 de julio. Con un Pedro Sánchez recién reelegido después de una brutal guerra civil política interna el PSOE hubiera tenido muy complicado mejorar sus anteriores resultados (que ya de por sí fueron nefastos).
Pero Rajoy se esforzó en agotar la Legislatura, e incluso cometió la enorme torpeza de, a raíz del apoyo de Pedro Sánchez a la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, confiar en él. Con las matemáticas en contra (son puñeteras) en el Congreso era casi suicida hacerlo, y había que adelantar las elecciones.
Aún tendría Mariano Rajoy dos oportunidades más de impedir, ciertamente in extremis, la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno a través de la moción de censura. Cuando el 24 de mayo de 2018 la Audiencia Nacional mencionó que Rajoy había mentido en su testimonio como testigo durante un juicio estaba claro que el asunto se le había ido de las manos. Había de hacer algo. Convocar elecciones. Pero Rajoy, fiel a su estilo, no hizo nada. Y el día siguiente el PSOE registró la moción de censura que acabaría ganando Pedro Sánchez.
Pero es que, aun así, Mariano Rajoy tuvo una última oportunidad para frenar la llegada al poder de Pedro Sánchez, ya sobre la misma línea de meta. Y es que Sánchez le dijo a Rajoy que si dimitía como Presidente de Gobierno él retiraría la moción de censura. En ese caso se abriría una nueva elección de Presidente, y Soraya Sáenz de Santamaría tenía buenas posibilidades de conseguir la Presidencia, con el apoyo del PNV. Pero Rajoy se enrocó en que no había hecho nada para tener que dimitir y prefirió ir a emborracharse a un restaurante cercano con sus amigotes en lugar de frenar al socialista. O él o el caos. Pues nada, el caos.
En las manos de ese inútil del PP, Mariano Rajoy, estuvo España por seis años y medio, que lo único que supo hacer cuando perdió la mayoría absoluta y le toco pedalear cuesta arriba fue colaborar para que le sucediera un ser tan dañino como Pedro Sánchez.
A Mariano Rajoy le sucedió Pablo Casado, un personaje que, cuando las encuestas le ofrecían una cómoda mayoría absoluta con Vox, decidió, por envidia, enfrentarse en una innecesaria guerra política con Isabel Díaz Ayuso, guerra que no podía ganar, y acabó teniendo que abandonar la dirección del PP. Un suicidio político en toda regla. Vamos, otro inútil.
Y ahora el PP disfruta (es un decir) del liderazgo de un socialdemócrata nacionalista gallego, Alberto Núñez Feijóo, quien, con todo a favor contra Pedro Sánchez, lo único que supo fue confiarse y, error tras error, lanzar el penalti fuera y perder unas elecciones generales que tenía ganadas.
Rajoy, Casado, Feijóo. Tres inútiles al frente del PP a los que Sánchez les ha tomado perfectamente la medida. Con líderes peperos así tenemos Sánchez para rato. Quiero equivocarme.
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