La noticia es que ya hay mil trescientos millones de habitantes en China. Ahora bien, lo que me llamó poderosamente la atención cuando leí el artículo fue esta frase:
Actualmente hay 117 hombres por cada 100 mujeres en China.
Es decir, estamos hablando de un 53.92% de hombres y un 46.08% de mujeres. Esas cifras contrastan con el porcentaje global, que es de un 50.28% de hombres y un 49.72% de mujeres. Como vemos, mientras en el mundo existe un casi total equilibrio, con solamente poco más de medio punto de desvalance, en China ese desvalance llega a ¡casi 8 puntos! O, lo que es lo mismo, prácticamente 16 veces más que la estadística global.
¿Cuál es la causa de ese desequilibrio? La política del hijo único impuesta por el gobierno chino. Ello implica la obligatoriedad de tener un máximo de un hijo por pareja, gravando al segundo hijo con fuertes multas e inconvenientes (a la hora de conseguir casa, trabajo, etc.). Eso hay que sumarlo a dos condicionantes más: En China existe una libertad total para abortar (como parte de la misma política) y socialmente hay una gran predilección por los hijos varones. Todo ello sumado ha llevado a que muchas parejas chinas, conocedoras de que solamente tendrán un hijo, sea niño o niña, deciden que sea niño; por lo tanto, cuando ven el sexo del niño antes de nacer, si es varón le permiten nacer, mientras que si es niña provocan un aborto.
Independientemente de la terrible valoración que me merece el aborto (tema para otro artículo), cabe destacar aquí que cuando el estado se mete a planificar los derechos, conculcando la libertad, como es el de decidir cuantos hijos se van a tener, el resultado es malísimo.
¿Cuáles serán las consecuencias de ese desvalance entre sexos en China? Lo ignoro. Pero estoy completamente seguro de que no serán buenas.
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