Increíble, pero cierto. El Gobierno catalán, encabezado por el socialista Maragall y apoyado por el separatista Carod-Rovira, ha decretado la prohibición informativa total en el barrio del Carmel, impidiendo que la ciudadanía conozca de primera mano lo que sucede en la zona del hundimiento.
Cuando el hundimiento del Prestige y el apoyo español a la guerra de Iraq, en la época de Aznar, la libertad de información era total (y así debía ser, por supuesto). Y la prensa la usó, legítimamente, para atacar al Gobierno, en muchos casos de una forma despiadada e injusta.
Pues bien, aquí sucede un desastre, a todas luces basado en una deficiente planificación, como ha sido el hundimiento en el barrio del Carmel, y la consiguiente pérdida de varios edificios. Y llega el Gobierno catalán y prohíbe la información desde el lugar de los hechos, con el claro objetivo de silenciar las justas protestas de los vecinos afectados; en su lugar, el propio Gobierno catalán filtrará a la prensa las informaciones y las fotografías que considere pertinentes.
Simplemente aberrante desde el punto de vista de la libertad. En la práctica, lo que Maragall está haciendo es imponer un estado de excepción encubierto en el barrio del Carmel, para controlar todo lo que allí pasa, y que se sepa y se ignore lo que él y los suyos quieran que se sepa y se ignore.
Está claro que estos socialistas y separatistas que dirigen Cataluña creen en la libertad de prensa, de información y de expresión, para criticar... a los demás. Pero cuando los criticados son ellos, entonces hay que amordazar a la información, prohibiendo llegar al lugar de los hechos e imposibilitando que las críticas de los afectados salgan a la luz pública.
El artículo 20.1.d de la Constitución Española dice: Se reconocen y protegen los derechos: A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.
Pues bien, para los socialistas y los separatistas catalanes está claro que el derecho a comunicar y recibir libremente información veraz es simplemente papel mojado. Hasta aquí hemos llegado ya. Y me temo que en cuestión de libertad de información llegaremos a cosas peores.
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