Algunos creímos, o quisimos creer, en un pacto entre Zapatero y Rajoy, entre el PSOE y el PP, para defender la unidad de España. Nada más lejos de la realidad. Zapatero no quiere ese pacto. Prefiere pactar con los nacionalistas, aunque para ello tenga que vender España en pedazos.
Isabel Durán publicó el pasado 10 de Febrero un artículo en Libertad Digital titulado "ZP el del tongo". En dicho artículo sostenía que las diferencias que presenciamos durante el debate del Plan Ibarretxe en el Congreso de los Diputados entre Ibarretxe y Zapatero no fueron nada más que una escenificación de cara a la galería, perfectamente preparada por Zapatero, cuando en realidad lo que se estaba cocinando por detrás era un acuerdo entre los dos. Se apoyaba Isabel Durán en la entrevista secreta en La Moncloa entre Josu Jon Imaz (presidente del PNV) y el propio Presidente del Gobierno.
En un principio podrían parecer exageradas las tesis de Isabel Durán. Pero poco a poco el tiempo le va dando la razón.
El 18 de Febrero, solo ocho días después, podíamos leer que Juan María Atutxa, presidente del Parlamento Vasco, dijo que "no sería nada descartable" un futuro Gobierno Vasco entre nacionalistas y socialistas.
Pues la guinda aparece el 20 de Febrero, dos días después, cuando podemos leer nada más y nada menos que esto:
Ante el fracaso de los planes separatistas de Ibarretxe, el presidente del Gobierno y el lendakari han llegado a un acuerdo para constituir una comisión en el Parlamento vasco que estudie una reforma del Estatuto de Guernica, a medio camino entre las pretensiones de los socialistas y los nacionalistas. El acuerdo, que no está escrito, podría formalizarse tras las elecciones autonómicas del próximo 17 de abril.
Es decir, que cada vez hay más señales de lo que ya se viene viendo desde hace tiempo: Habrá un pacto entre socialistas y nacionalistas vascos, entre Zapatero e Ibarretxe. Un pacto donde quien pagará el precio tiene nombre: España. Y apellido: Unidad.
En el párrafo copiado hay una frase que merece ser destacada: ...una comisión en el Parlamento vasco que estudie una reforma del Estatuto de Guernica, a medio camino entre las pretensiones de los socialistas y los nacionalistas.
Me gustaría poner lo anterior en números porcentuales, para una mejor comprensión de lo que eso significa.
Partimos de que antes de la llegada de la democracia a España lo que había era 0% de independencia del País Vasco, y que lo que los independentistas vascos querían era la independencia total, es decir el 100%. Sobre esa base podemos concluir que el actual Estatuto de Guernica fue un compromiso entre unos y otros, otorgando al nacionalismo vasco una gran autonomía a cambio de mantener la unidad de España; eso sería el 50% de la independencia vasca (ni centralismo ni independencia, amplia autonomía).
Pues ahora tenemos que, mientras los partidos nacionales han cumplido su parte hasta ahora, los nacionalistas vascos rompen la baraja y presentan el Plan Ibarretxe, que podríamos catalogar como un 90% independentista (siendo generosos). Como alternativa a dicho plan secesionista, los socialistas vascos presentan su propio proyecto de reforma estatutario, que podríamos catalogar en, digamos, un termino medio entre lo que hay ahora y lo que quieren los nacionalistas vascos, o sea, un 70% independentista. Si ahora a donde se pretende llegar es a la media de esos dos planes, nos vamos a encontrar con que el acuerdo puede ser un nuevo Estatuto Vasco independentista en un 80%.
Puede parecer exagerado, pero ese es el camino por el que quieren ir los nacionalistas vascos, es decir, ir avanzando hacia la independencia poco a poco (o mucho a mucho). En cualquier caso, volviendo a los números porcentuales, si lo que tenemos es el 50% de la independencia y el Plan Ibarretxe es el 90%, en ningún caso se van a conformar con menos de la media entre esos dos números. Es decir, que el nuevo Estatuto Vasco pactado entre socialistas y nacionalistas vascos no será menos del 70% de la independencia del País Vasco.
El resumen de lo anterior es uno. Los nacionalistas vascos tienen como su meta final la independencia del País Vasco, y en función de acercarse a esa meta irán actuando y pactando. Fue lo que hicieron cuando aceptaron el Estatuto de Guernica. Y es lo que harán ahora. Entonces podía aducirse que los partidos nacionales querían cerrar un problema, y aceptaron un termino medio como solución final. Pero esa teórica solución final se ha revelado como solamente un paso en la estrategia independentista del nacionalismo vasco. Por lo tanto ahora no cabe llamarse a engaño. Cada paso que se le conceda al nacionalismo vasco será un tramo más que se la da para que llegue a su meta establecida: La independencia.
El pacto que probablemente viene en el País Vasco, entre socialistas y nacionalistas, entre Zapatero e Ibarretxe, no es más que un acuerdo para que el sueño nacionalista de tener un nuevo estado de su propiedad se haga una realidad. Es, por lo tanto, un pacto que va en contra de la unidad de España.
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