(Artículo publicado originalmente en el blog Desde Sefarad)
El pasado martes día 8 de celebró la cumbre entre el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y el presidente palestino, Abu Mazen, en Egipto.
Aunque no hay acuerdos concretos, el hecho de que se hayan visto personalmente, se hayan estrechado las manos y hayan empezado a negociar, son gestos que abren una puerta a la esperanza.
Han sido cuatro largos años de incomunicación y violencia, desde aquel 28 de Septiembre del 2000, cuando los palestinos estallaron en una intifada cuya excusa fue la visita de Sharon al Monte del Templo, pero que lo único que intentaba tapar, con terrorismo, era la incapacidad de Yaser Arafat para llegar a acuerdos concretos en Camp David.
El resultado de aquella necia decisión ha sido la pérdida de 3.225 vidas palestinas y 950 israelíes. ¿Y para qué? Para llegar al mismo punto en que estábamos en el 2000, negociar. Nada se ha conseguido con el terrorismo, sino destruir más de 4.000 vidas humanas.
El terrorismo no es la solución. No lo ha sido nunca y nunca lo será. La única vía es la paz y el diálogo. O sea, el diálogo en paz. Por eso, si las facciones terroristas palestinas cesan en sus ataques terroristas a Israel (paz) y las negociaciones siguen (diálogo), se podrá seguir caminando por el camino cuya puerta se abrió el día 8.
El camino sin duda va a ser largo y lleno de conflictos que deberán ser vencidos. Como primer ejemplo, el intento de Hamas, uno de los grupos terroristas palestinos, por dinamitar el frágil proceso de paz a las pocas horas del acuerdo con el ataque a asentamientos judíos por medio de más de cuarenta proyectiles de mortero y cohetes. Por contrapartida, la al parecer firmeza del lider palestino para atajar a los grupos terroristas palestinos; correspondida, hay que señalarlo, por la oportunidad que le ha dado Sharon de que demuestre con hechos sus palabras. Parece que se puede ser hasta cierto punto positivo, ya que hace unas horas los grupos terroristas Hamas y la Yihad Islámica han emitido sendos comunicados en los que se comprometen a hacer un alto en sus acciones terroristas contra Israel.
Por ello, repito, a pesar de los pesares, cuando hay diálogo en paz todo es posible. Confíemos en que la puerta de la esperanza que se abrió del día 8 de Febrero del 2004 sea, esta vez sí, la definitiva.
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