jueves, 24 de febrero de 2005

¿Se equivocó Rajoy cuando pidió el "sí" para la Constitución Europea?

He leído varios artículos (perdón por no citar fuentes, pero escribo de memoria) en la línea de criticar a Rajoy por haber pedido el "sí" en el referéndum para el Tratado de Constitución Europea. Estos comentaristas básicamente opinan que éste era el momento apropiado para pedir el "no" como una forma de oponerse no solamente a la presente Constitución Europea (que también), sino además (y sobre todo) plantar cara al Gobierno, al menor peso de España en la Unión Europea y a la errática (más bien inexistente) política exterior de Zapatero y Moratinos.

También basan su argumento, por otro lado, en que Zapatero se ha apropiado del triunfo del "sí", como ellos dijeron antes de la consulta.

Está claro que la Constitución Europea es mala, farragosa y burocrática; sabemos que el Gobierno actual es malo, el peor de la actual democracia; es evidente que España ha perdido poder en la Constitución Europea con respecto a Niza; y la lamentable política exterior de Zapatero y Moratinos es ya clamorosa. Todo ello lo he comentado sobradamente en artículos anteriores.

No solo eso. El Presidente del PP sabía de sobra que Zapatero se apuntaría el triunfo en el referéndum. Si lo sabíamos todos, con mucho más motivo Rajoy, un político con sobrada experiencia.

Pero aún así quiero exponer mi opinión de que Rajoy y el PP no se equivocaron al pedir el "sí" a la Constitución Europea. Y ello a pesar de mi posición contraria a dicho documento.

La pregunta clave en ese sentido es ésta: ¿Qué hubiera pasado si Rajoy y el PP hacen campaña por el "no" y triunfa el "sí"? Estoy completamente seguro que eso hubiera sido un drama para el PP, probablemente incluso una tragedia. Los ataques del PSOE hacia el PP, acusándole de antieuropeo, radical, y adjetivos por el estilo, hubieran presidido lo que nos resta de legislatura. El Gobierno y el PSOE se hubieran presentados a sí mismos como los grandes triunfadores del referéndum (y entonces con toda razón); podrían decir que habían sido los únicos en la práctica que habían defendido el voto afirmativo, y que habían ganado. El futuro para el PSOE hubiera sido de una próxima gran victoria por mayoría absoluta en las próximas elecciones (y posiblemente en varias más) y un arrinconamiento del PP, el cual probablemente incluso se hubiera visto inmerso en una grave crisis interna, con cuestionamiento del liderazgo de Rajoy y tal vez su cambio.

A eso es a lo que me refería cuando escribí, el mismo día del referéndum, poco después de conocer el resultado, estas palabras: "...la actitud estratégica del principal partido de la oposición (favorable al "sí" por miedo, no por convicción)..." Porque sin duda lo que les pedía el cuerpo a los dirigentes del PP era pedir el "no", pero el miedo a que sucediera lo que acabo de describir fue lo que les llevó a hacer campaña por el voto afirmativo.

Y es que debemos recordar por un momento lo que pasó en el anterior referéndum nacional, el de la OTAN. Felipe González y el PSOE se enfrentaron solos, pidiendo el "sí", a la oposición de izquierdas (que pedía el "no"), a la oposición de derechas (que propugnaba la abstención), e incluso a los sindicatos (defensores también del "no") y a buena parte de la ciudadanía (que era partidaria de la salida de la OTAN). Sabemos el resultado. El "sí" ganó... y el socialismo se instaló en el poder por muchos años.

Podemos argumentar que si el PP hubiera defendido el "no" ahora, y hubiera triunfado, el Gobierno hubiera caído, ya que hubiera tenido que convocar elecciones anticipadas y las hubiera perdido. Casi con toda seguridad así hubiera sido... si ganaba el voto negativo. ¿Pero hay seguridad de que hubiera ganado? Yo no la tengo. Es más, creo que de todos modos hubiera ganado el "sí", aunque por menor margen. Porque, siendo cierto que los votantes del PP se hubieran movilizado mucho más a favor del "no", también es verdad que muchos votantes socialistas que se quedaron en casa hubieran ido a votar "sí" ante el temor de que ganara la opción contraria.

Quienes propugnaban y propugnan que el PP debió defender el "no" no se jugaban nada, salvo dar libremente una opinión. Pero el PP se hubiera jugado todo. ¿Valía la pena jugarse todo a una carta que en mi opinión tenía más posibilidades de perder que de ganar? Por supuesto que no. ¿O alguno de nosotros se jugaría un proyecto verdaderamente importante (de trabajo, de negocio, de familia) a una sola apuesta, donde, por poner un ejemplo, tiene dos terceras partes de posibilidades de perder y solamente una tercera parte de ganar? Estoy seguro que no. En lugar de ello lo que haría es ir fraguando poco a poco el proyecto, para intentar su puesta en práctica un poco más adelante, en condiciones mucho más favorables.

Por ello, en lugar de esa arriesgadísima jugada de pedir el "no" en el referéndum, por lo que ha optado el PP, liderado por Rajoy, que es un político con visión estratégica, ha sido por apostar a guardar las formas ahora (pedir el "sí", lo políticamente correcto, pero sin exageraciones para no ofender a sus bases), sabiendo que en el futuro (más bien en el presente) vendrán oportunidades para ejercer una oposición pura y dura, y en otros temas donde la ciudadanía no tendrá la menor duda de que el PP tiene la razón. Por poner unos breves ejemplos, por delante está el área económica que ya empieza a mostrar signos negativos, las contradicciones entre los propios miembros del Gobierno, el chantaje permanente del Gobierno a manos de ERC, y la política socialista de cara a los nacionalistas vascos.

Poco tiempo podrá explotar Zapatero y el PSOE el éxito del referéndum. Rajoy puede decir que él y los suyos defendieron el "sí", y lo demás (lo de "con la boca pequeña" de lo que le acusan los socialistas) son solamente valoraciones y no hechos; es más, el PP puede publicar, como lo está haciendo, que los partidos en quienes se apoya el Gobierno fueron quienes pidieron el "no". Y el tiempo pasará, y muy rápido sin duda.

A las puertas estás las elecciones vascas. Y el día después de las elecciones, con todo lo que conlleva del probable giro socialista en brazos del nacionalismo vasco. A la vez, o casi, llegará la reforma del estatuto catalán, con los también probables roces (puede que choques) entre socialismo catalán y socialismo central. Poco después habrá que estudiar los presupuestos, y ver quien los apoya y a que precio.

Las ocasiones para ejercer una fuerte oposición del PP al Gobierno llegarán por sí solas, y sin que el PP tenga que correr el serio riesgo de sufrir un auténtico desastre. El Gobierno y el PSOE son expertos en hacer las cosas mal, y me temo que no van a cambiar, por lo que el PP tendrá ocasiones de sobra para exponer todos esos errores frente a la ciudadanía. Tiempo al tiempo. Confiemos en Rajoy.

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