Realmente extraordinario el artículo de Mariano Rajoy publicado en el ABC del pasado domingo.
No es que mucho de lo que dice sea extraordinario. Lo sabemos de sobra. Sabemos que se está tirando por la borda la estabilidad democrática que hemos gozado desde la transición. Sabemos que artificialmente se está creando desde la clase política socialista una sensación en la ciudadanía de que la Constitución y los Estatutos deben ser reformados. Sabemos que tenemos un gobierno socialista débil y entregado a los nacionalistas por su propia voluntad, que ha rechazado la estabilidad que desde el PP se le ofrece. Sabemos que en el debate en el Congreso sobre el Plan Ibarretxe Zapatero no defendió la nación, sino la negociación con los nacionalistas que quieren romperla. Sabemos que el Presidente del Gobierno es duro con los que defienden España y blando con los que la atacan. Sabemos que Rajoy le ofreció a Zapatero un Pacto de Estado para defender España, Pacto que Zapatero aceptó de palabra, pero en la práctica está haciendo exactamente lo contrario. Sabemos que no sabemos hacia donde se dirige (y nos dirige) Zapatero, que no sabemos lo que defiende y lo que no defiende, que no sabemos que propósito o despropósito tiene. Sabemos que Zapatero se mueve en la ambigüedad más exasperante, y que eso no lo puede hacer un Presidente de Gobierno de España. Sabemos que el Presidente tiene la obligación de ser claro, pero que ni lo es ni probablemente lo será en un futuro cercano.
Todo eso lo sabemos, y no es nada extraordinario. Son cosas que, desgraciadamente, tenemos instaladas en la vida política española (desde la misma Presidencia del Gobierno), y en las que nos movemos día a día.
Lo verdaderamente extraordinario, positivamente extraordinario, es que Rajoy lo diga con la claridad de ideas que lo dice. Es la tercera vez que veo a Rajoy asumiendo la ingrata tarea de ser Presidente del Gobierno de España desde la oposición. La primera vez fue en La Moncloa, en su entrevista con Zapatero, cuando le ofreció el famoso Pacto de Estado. La segunda vez fue en el Congreso de los Diputados, con ocasión del debate del Plan Ibarretxe, cuando defendió a España contra sus atacantes. La tercera vez ha sido el domingo pasado, desde la Prensa, donde se destaca con palabras como estas al finalizar su artículo:
Invito al Gobierno a un arranque de claridad. No lo digo con mucha esperanza. Por mi parte afirmo que, ocurra lo que ocurra, mi actitud no se modificará. Yo creo en España, como la inmensa mayoría de los españoles, y voy a poner toda mi voluntad y toda la energía de mi partido en defender que España sea y que siga siendo lo que es. Celebraré que el PSOE comparta este empeño con nosotros, pero si así no fuere, aunque otros abandonen su responsabilidad, aunque nos quedemos solos, nosotros atenderemos nuestra obligación.
El Partido Popular estará con los españoles, porque comparte su afán de construir un futuro en común y en paz, basado en la libertad, la igualdad, el mérito personal, la protección de los débiles. Un futuro que, lejos de renunciar, se apoya en todo aquello que da razón de nuestro origen, de nuestras familias, incluso de nuestra conducta.
España, la nación española, es algo más que un diseño caprichoso, maleable, a disposición de cualquier ingeniero constitucional voluntarioso. Es una realidad obstinada que nadie podrá cambiar a su capricho. No ha nacido al calor de una mente visionaria, sino de los avatares compartidos a través de una larguísima historia. No existe nación moderna con más solera, y los españoles, la realidad tangible de esa nación, no consentirán que se dilapide caprichosamente su patrimonio de siglos ni el marco de su historia, el depósito de su tradición cultural, la crónica de su aventura en el mundo.
Es tranquilizador, aún dentro de la inestabilidad actual, saber que hay un líder político, Mariano Rajoy, que no va a poner en juego a España. Es positivo conocer que Rajoy ya se ha cansado del "pasito p'alante y pasito p'atrás" de Zapatero, y que no va a dejarse utilizar por el personaje, sino que va a poner las cosas claras delante de la ciudadanía española, denunciando la ambigüedad del inquilino de La Moncloa, y haciendo oposición de verdad.
Rajoy y el Partido Popular están solos en la defensa de España, completamente solos. Pero a Rajoy eso no le importa. Va a defender a España y a los españoles por encima de todo y de todos. Creo que algún día, espero que pronto, los españoles se lo recompensaran liberándole de tener que ejercer la Presidencia del Gobierno desde la oposición, para llevarle a que ejerza esa Presidencia de Gobierno desde La Moncloa.
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